¿Sabías que el Espacio Económico Europeo (EEE), que es un tratado internacional independiente a la organización supranacional conocida como Unión Europea (UE) y el Mercado Común Europeo, se creó con el propósito de servir de enlace entre los países de la UE y aquellos que no querían verse constreñidos a las cuotas en agricultura y pesca impuestas por la organización? En efecto, países como Islandia y Noruega, debido a su fuerte industria pesquera, decidieron no adherirse a la UE formando parte del bloque económico que ya existía antes de la formación de la UE, que se denomina Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), y que se creó como alternativa a la Comunidad Económica Europea (CEE); la precursor de la actual UE.
Así pues, los países pertenecientes a la AELC y que se han sumado al EEE (Noruega, Islandia, Liechtenstein), forman parte de facto de todo lo que implica el Mercado Común Europeo sin haber sacrificado su potencial industrial agropecuario, como sí hizo España. Del mismo modo e incluyendo a todos los países de la AELC (Suecia) (Suiza) en relación a la disolución de las fronteras internas y la implementación de un visado común, se sumaron por medio de acuerdos bilaterales al Espacio Schengen y el Convenio de Dublín; todo sin formar parte de la UE y manteniendo su independencia.
Mientras algunos países, en la fiesta de la oligarquia europea, sacrificaron parte de la soberanía nacional en materia económica. Otros decidieron trabar esos acuerdos en igualdad de condiciones y respetando sus intereses, no obstante, cabe preguntarse si llegados hasta semejante punto de simbiosis, el resultado en los países de la AELC difiere mucho con los demás. En materia de industria agropecuaria evidentemente que sí, pero en relación a las olas migratorias --como vemos en Suecia-- parece que no. Desconozco si cabrá mayor facilidad para estos países la rectificación o la modificación de los acuerdos, supongo que sí al tratarse de acuerdos bilaterales.