Pocos sintagmas revelan y desvelan la condición de tonto político, como la revela y desvela quien pronuncia o escribe el archirepetido Estado fallido.
Que el poder detiene al poder no tiene padre. Pudo verbalizarse una vez, pero esa verbalización ni es creadora, ni descubridora. Tiene el mérito y el valor de escriturar lo que es. La valentía de dar Fe maquiavélica de cual es el límite al poder, otro poder. Pero siempre fue así. Valía para Roma como valió para el III Reich. Una regularidad de la política.
Y el Estado fallido es precisamente eso: Un Estado sin contrapeso nacional. Un Estado triunfante , que tras imponer sus situaciones políticas a las relaciones nacionales, fracasa. El Estado fallido falla tras vencer a todas las oponencias que pudo haber encontrado. Iglesias, sindicatos, familias, diputados...todos sucumbieron ante el Estado. Por eso falla ,por eso es fallido, porque es triunfante. Los gobernantes dirigen al Estado para que sea lo que no es, ni puede serlo jamás: Una nación. Este fallo de querer ser lo que no se es se conoce desde que se escribió el Génesis. No es nuevo, ni siquiera viejo. Más bien es atávico, carpetovetónico.
Dicho esto. El Estado necesita del contrapeso de una cámara institucionalizada por representantes, fruto de elecciones nominales a doble vuelta en distritos electorales ,y con un presidente del Consejo legislativo : que es el verdadero poder legislativo; el contrapoder al poder político desde una mirada relacional, y no situacional.
En definitiva el poder político del gobernante del Estado necesita del contrapoder legislativo de los representantes nacionales en una cámara legislativa presidida.
El Estado triunfante y fallido al triunfar necesita del contrapeso nacional de la Cámara de Representantes Monádica con la Presidencia del Consejo de Legislación para no triunfar fallando , ni fallar triunfando.
El Estado fallido no fallará porque no triunfará para todos los siempre si la forma de Estado es la República Constitucional y la forma de Gobierno es la democracia política.
Pero el Remo nacional necesitará además de otra institución si no quiere terminar asesinado por el Rómulo estatal.
Pero eso será otro día.